miércoles, 23 de julio de 2014

EL REGALO DE UN CALIFA A SU AMADA



Llama la atención que durante la ocupación musulmana de la Península Ibérica, a los califas, sultanes, emires y grandes dignidades les gustaran el tipo de mujer que se puede ver en el Norte de España y no en sus tierras de origen, es decir altas, voluptuosas, y a ser posibles rubias y con ojos azules. Un ejemplo de ello lo podemos ver en torno a una leyenda que se tejió alrededor del gran Abderraman III y la construcción de la fabulosa ciudad de Medina Zahara. Se dice que este emplazamiento lo mando hacer el califa en honor a su esclava cristiana Zahara, de la cual estaba muy enamorado. Parece ser que ésta añoraba mucho los campos de su infancia y sus montes nevados y como el regalo que le había hecho su señor no conseguía tampoco consolarla, Abderraman mandó inmediatamente que se plantaran a lo largo del perímetro de la nueva ciudad cientos de almendros en flor para que a la caída de su hoja diera la impresión de que estaba nevando.