miércoles, 4 de febrero de 2015

LA IMPORTANCIA DE UNA LETRA



Una vez el duque del Infantado, a finales del siglo XV, llamó a su secretario personal para que encargara a un armero de Toledo que le fabricará un total de seis alabardas (un tipo de lanza), pero cuando éste transcribió y pasó a limpio lo que le había dictado su señor se le olvidó poner una “a” a la palabra alabarda, y en vez de solicitar un conjunto de armas, pidió al armero toledano un total de seis albardas, o aparejos para los caballos. Cuando la carta llegó a Toledo el comerciante se quedó algo extrañado pero como donde hay patrón no manda marinero, le envió las seis albardas que le solicitaban. Tiempo después recibió una carta del duque del Infantado que decía lo siguiente: “Gracias por sus albardas, que son de una calidad extraordinaria. Le entregaré la mitad a mi secretario por haberse equivocado, y la otra mitad será para mí por haber firmado la carta sin leerla antes”.