miércoles, 4 de marzo de 2015

EL EMPERADOR MENDIGO



En 1390 el emperador Teodosio decidió aniquilar a la población de Tesalónica como represalia por un alzamiento que se había producido en aquella ciudad griego en contra de su propia persona. Cuando la noticia de aquella matanza llegó a Italia la iglesia quedó horrorizada, sobre todo el obispo de Milán, Ambrosio. Debido a ello prohibió al emperador la entrada a la entonces capital del Imperio Romano pues tenía “las manos manchadas de sangre”. Para que expiara su culpa y pudiera volver a la ciudad el obispo le impuso a Teodosio una dura penitencia que consistía en ir “vestido de saco y ceniza. Debes permanecer delante de la iglesia y allí pedir limosna de la oración de la gente hasta expiar tu culpa”. Ante el asombro de todo el mundo, y como ejemplo del gran poder que tenía la Iglesia, el emperador permaneció un total de cuarenta días vestido de esta guisa y con la cabeza llena de ceniza, hasta que terminó su penitencia.