A diferencia de
otros compositores mundialmente famosos, Ludwing van Beethoven (1770 – 1827),
durante los conciertos, era un hombre muy impulsivo. Se dice que una vez dirigiendo
una orquesta en el Theater an der Wien
de Viena, estaba tan entusiasmado con la música que no se dio cuenta y acabó
tirando al suelo las velas del atril que tenía delante. Rápidamente, para que
el maestro pudiera ver las partituras, dos niños se pusieron a su lado portando
unos candelabros pero para sorpresa de los asistentes Beethoven estaba tan
extasiado que los golpeo de nuevo con la batuta tirando uno al suelo mientras
que el otro escapaba corriendo. La gente, en vez de pedir que les devolvieran
las entradas, empezó a reírse, hecho que encendió más al compositor quien
decidió acabar el concierto tocando el piano. Y tan fuerte lo hizo que no pudo
terminar ya que acabó rompiendo seis cuerdas del instrumento.