Pilatos entonces le dijo: ¿Así que tú eres rey? Jesús respondió: Tú
dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para
dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilatos le preguntó: ¿Qué es la verdad? Y habiendo dicho esto,
salió otra vez a donde estaban
los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en Él. (Juan 18: 37-38)
En las fechas
que comienzo a escribir esta reseña se acerca poco a poco el periodo clave del
calendario cristiano: La Semana Santa. Las cofradías se preparan y acicalan con
cuidado sus pasos; los cofrades sacan las caperuzas del armario y les quitan el
polvo para lucirlo en las procesiones a ritmo de corneta y saeta. Así mismo las
sartenes no solo calientan el aceite para fritar las ricas torrijas (a mí me
gustan solo de leche y canela) sino que también las cadenas de televisión
principian a calentar sus parrillas de emisión programando una buena ración de
películas religiosas que aunque vistas unas y mil veces no dejan de ser
verdaderas obras de arte. Ben-Hur, Rey de Reyes, Jesús de Nazaret de Franco Zeffirelli, o alguna miniserie entorno a
la Virgen María. Así pues, y si añadimos las retenciones de las operaciones de salida
y entrada, tendremos el caldo perfecto para una Semana Santa de corte popular
igualita que la que existe todos los años. Pero aunque eso exacerbe por unos
instantes los sentimientos religiosos, desgraciadamente muchas veces enmascara
la verdadera historia de otra semana de hace cientos de años en que el hijo de
un carpintero de Nazaret entró en Jerusalén, a lomos de un borriquillo, y fue
aclamado por sus conciudadanos, pero que pasado ese tiempo acabó siendo clavado
en una cruz cual forajido perseguido por la ley. O lo que es lo mismo la odisea
de un hombre, autodefinido como Hijo de Dios, que pasó de la noche a la mañana
a convertirse en el núcleo central de una nueva religión profesada actualmente
por millones y millones de personas: el Cristianismo. Como se dice normalmente:
La Historia más grande jamás contada.
Y es que la
figura de Jesús, o Cristo, además de ser el hecho fundacional de una religión
monoteísta (monos theos), indiscutiblemente
ha sido la personalidad que más libros ha inspirado. La Biblia es sin duda lugar a dudas la obra literaria más vendida y
editada de la Historia, y todo lo relacionado con Él, sus apóstoles y personas
más allegadas, no ha hecho otra cosa que crear miles de millones de libros.
Cuando vamos a una Iglesia (por lo menos la católica) los textos litúrgicos ya
están establecidos según el día de la semana o domingo del año. Los momentos de
la misa, del mismo modo, están prefijados y algunas veces llama la atención que
se dé importancia a unas partes frente a otras. Un ejemplo de ello es el
momento del Juicio al que fue sometido Jesús de Nazaret. A excepción de la
Semana Santa este hecho pasa de puntillas a lo largo de año centrándose la
liturgia más en los momentos claves de la Ultima Cena y la Resurrección. Esto
es normal porque uno define la ceremonia eclesial y otro define el mensaje y
fin original religión cristiana. Sin resurrección no hay tal. Pero entre
medias, entre la Cena, el Prendimiento y la Crucifixión, se produjo un hecho
que todavía hoy sigue desconcertando a muchos estudiosos y legalistas de la
Biblia: el triple Juicio al Hijo de Dios. Y es sobre este aspecto sobre el que
se centra el libro que les traigo aquí: El
Juicio, de Gordon Thomas.
El libro en un
principio nos muestra las causas que llevaron a Jesús a uno de los juicios más
fraudulentos que han existido en toda la historia. Y posteriormente se centra
en el mismo, en cómo fue, cuáles fueron sus protagonistas y cómo se llegó a la
condena a pesar de ser absuelto dos veces por el propio Pilatos. Gordon Thomas
primeramente hace un bosquejo de los principales personajes que existe en la
vida de Jesús y nos pone en situación de cómo estaba Israel en aquellos
momentos bajo la égida de Tiberio y cuáles eran los movimientos religiosos que
luchaban contra el poder romano. Además todo esto lo sazona con curiosidades y
anécdotas del día a día de los judíos de aquel entonces. Después de habernos
puesto en situación el autor nos lleva a la chicha de su trabajo: el Juicio. En
sí, podemos afirmar que existe un triple procesamiento irregular: ante el Sanedrín
representado por Anás y Caifás; después ante el procurador de Roma en Judea,
Poncio Pilatos; posteriormente es llevado ante Herodes Antipas; y finalmente de
nuevo ante Pilatos en donde en una farsa de elección de reo es condenado a
muerte tras cruenta tortura. Tras el Prendimiento en el Monte de los Olivos,
Gordon Thomas nos muestra como Jesús es llevado ante estas autoridades como una
pelota que va de rebote de un lado a otro, pareciendo que nadie quiere
mancharse las manos con la muerte de aquel que se considera Profeta e Hijo de
Dios. Y es que muchas veces es el propio encausado el que desconcierta a sus
acusadores con sus respuestas y una tranquilidad inusitada. Todos estos
movimientos internos nos hace ver como en muchos casos el juicio a Jesús es una
auténtica mezcolanza de intereses propios, desde problemas religiosos y
políticos, hasta un mero juego de superstición y diversión como el que sostiene
Herodes. Cuando Jesús es llevado ante el Sanedrín, lo que más le preocupa a
éstos es saber si se consideraba el Mesías, y si vulnera las leyes judías. Es
acusado de blasfemia, pero como no tiene potestad para condenar a nadie a
muerte lo lleva ante al Pretorio de Jerusalén (posiblemente la Torre Antonia),
ante Poncio Pilatos quien en cambio le interroga si se considera rey de los
judíos y si es posible que sea un peligro para el mundo romano. Al contestarle
que su reino no es este mundo, Pilatos lo absuelve ya que el no puede condenar
a nadie por casos de blasfemia ni por transgresiones de la ley judía, pero
cuando se entera de que Jesús es galileo se da cuenta que toda esta situación
se puede resolver por cuestiones de jurisdicción y lo remite al tetrarca
Herodes Antipas el cual no sacando nada de Él, y después de humillarle, lo
vuelve a remitir de nuevo a Pilatos. Curiosamente
la actitud de Pilatos aquí pasa de enfado por volver a enjuiciar un caso que ya
había absuelto, a dudar sobre su propia actuación. Caifás le reconviene diciendo
que Jesús tal vez pueda hacer que el pueblo se revuelva contra él al
proclamarse no solo rey de los judíos sino también heredero de David. Pilatos
no se traga este argumento pero duda ante la segunda absolución. No quiere ser
culpable de la muerte de Jesús y recurre a una ley que se da en la Pascua en
donde el procurador puede liberar a un preso a petición del pueblo.
Técnicamente se lava las manos. La historia que sigue es conocida y no hace
spoiler ninguno mencionarla. Se elige a Barrabas, se tortura al reo y se le
crucifica en el lugar de la calavera. Y finalmente según la tradición cristiana
resucita a los tres días.
Como se pude
observar desde el principio éste juicio es de lo más fraudulento. No tiene
defensa alguna, y desde que comienza hasta que se acaba se le condena sin tener
ninguna seguridad jurídica. Es un juicio en donde entran en conflicto todo el
rato los mundos romano y judío. Un auténtico problema de jurisdicciones en
donde una parte siempre se quiere inhibir a favor de la otra. Unos están sujetos
por las leyes romanas, y éstos a la vez no pueden enjuiciar temas religiosos
concernientes a los judíos. Es claramente un empate técnico, y es por eso que
se pacta una salida con una antigua tradición de Pascua. Jesús desde el
principio es una persona condenada y él mismo lo sabe. Por tanto nos
encontramos con un libro bastante interesante que nos ofrece uno de los
momentos claves de la Pasión y que muchas veces o ha pasado de puntillas o no
ha sido, desde el punto de vista jurídico, bien analizado. Thomas Gordon maneja
bien las fuentes, desde las canonícas hasta las más heterodoxas y nos las ofrece
de manera divulgativa dándonos la impresión de que ha estudiado este tema
durante mucho tiempo. Aun así, lo único que podemos poner como negativo es que
a veces, no sé si será por la forma en que está escrito este ensayo o debido a
la traducción, es un tanto hagiográfico en algunos párrafos. De todas maneras
esto no merma la calidad de este trabajo que vale la pena leer para saber de
manera precisa como fue aquella semana que cambio de manera drástica la
Historia de la Humanidad.